...pero igual podemos ser optimistas.
O porqué salto de alegría si por lo menos tenemos un vaso. —por Vik Arrieta
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Hola happimessy! Gracias por acompañarme un jueves vez más en esta aventura de encontrar algo interesante para pensar juntas todas las semanas.
En el episodio pasado hablamos sobre por qué nos cuesta tanto cambiar de opinión y me resultó clave para aceptar lo que pasó alrededor de la elección presidencial 2023 en Argentina. Ahora que ya no se trata de elegir veredas sino de prepararnos para lo que se viene —situación que fue catalogada una y otra vez como “la incertidumbre”—, ¿cómo nos preparamos mental y anímicamente para no saber qué va a pasar?
La vida es una gran aventura… o nada. —Hellen Keller
Helen Keller fue una escritora y activista política sordociega estadounidense que vivió entre 1880 y 1968. Cuando era un bebé sufrió una grave enfermedad que le provocó la pérdida total de la visión y la audición. A sus 19 meses de vida se sumergió en una incertidumbre total. Así y todo fue la primera persona sordociega en obtener un título universitario, lo cuál habla mucho de la capacidad de las personas cuando están motivadas y bien acompañadas, para lograr lo que parece imposible.
En el caso de Hellen, quien la acompañó fue su instructora, Anne Sullivan, que vivió junto a Hellen hasta su muerte en 1936, y logró enseñarle a Hellen el lenguaje y luego a leer, bajo el sistema braille. Anne también tenía una discapacidad visual. Pero Hellen era infatigable. Armaron alta dupla. Les recomiendo leer su historia fantástica.
Frente a la incertidumbre que hoy tenemos que navegar, me surge una pregunta: ¿por qué hay personas que van de cabeza —o sin mucho plan— hacia la conquista de territorios inexplorados y otras que parece que nunca encuentran la llave del auto para arrancar? ¿Qué separa a las que creen que tienen todas las chances, de las que “creen que pierden” antes de empezar? O más sencillo…
¿Qué hace que, frente a un futuro incierto, algunas personas sean optimistas y otras pesimistas?
Ser optimista o pesimista es una forma de pensamiento intuitivo, premonitorio y condicionado por la propia experiencia. Se sabe que el optimismo es un rasgo que disminuye las probabilidades de enfermedad en el envejecimiento y muerte prematura, pero todavía no se entiende bien por qué. Si, en la ciencia también hay incertidumbre.
Lo que sabemos es que es un rasgo de la personalidad que marca el grado de satisfacción que tienen las personas con sus vidas y también su grado de respuesta adaptativa a los contextos que enfrentan. ¿Cómo? Por mecanismos conscientes e inconscientes que asocian expectativas con emociones y capacidades.
Los optimistas creen que tienen lo necesario para enfrentar lo que está por venir y se siente confiados, pero lo peculiar es que cuando estiman qué es lo que está por venir —configurando sus expectativas— se quedan cortos en los escenarios nefastos, dedican menos tiempo a proyectar situaciones negativas y por ende, es más probable que las cosas no salgan como las esperaban. Simplemente tienen menos referencias de futuros negros posibles. Los pesimistas son más detallistas a la hora de pensar qué puede malir sal y por ende no reciben tantas sorpresas. Pero como sus “peores escenarios” son tantos, rara vez creen que tienen la capacidad de superar todas las adversidades que imaginan, lo que hace que, para preservar su seguridad, se queden en el molde. A la larga, tienen más chances de deprimirse, porque se autoperciben menos capaces que los demás y en situación de potencial riesgo.
También existe una tercera posición llamada optimismo inteligente en la que las estimaciones serían más realistas y la decisión de actuar estaría dirigida a mejorar lo que ya se sabe que va a “malir sal”, pero aún así es preferible abordarlo, aprenderlo y aproximarlo a un mejor resultado.
Hay un detalle hermoso de los optimistas y es cómo responden cuando algo no les funciona: en general, no se lo toman a pecho. No consideran que salió mal por un error personal, sino que invocan alguna situación contextual como la explicación más lógica. Y por ende, están listos para volver a intentar, porque el contexto es algo que no pueden controlar, pero si pueden controlar su propia respuesta frente al desafío.
Volviendo a Hellen Keller y su historia, es claro que su optimismo la llevó mucho más allá de lo que podía preverse. Con su incapacidad tan temprana para ver y escuchar, quizás también desarrollo cierto “blindaje” a imaginar escenarios negativos, y el hecho de tener una persona permanentemente reforzando su atención sobre sus capacidades, hizo que Hellen se concentrara en lo que podía controlar: sus habilidades (porque al contexto… no tenía prácticamente acceso).
Te invito a pensar en cómo actuaron los argentinos frente a la incertidumbre de elegir a su próximo presidente. ¿Dirías que fueron pesimistas u optimistas?
Yo diría que ganó el optimismo.
Al elegir lo incierto sobre lo conocido, gran parte de la sociedad declaró que se sentía confiada con que tenía lo necesario para transitar ese camino novedoso. Hicieron escenarios mentales —menos duros o atemorizantes que los que hicieron los “pesimistas”, que decidieron por su parte quedarse en territorio conocido, votar en blanco o no votar— y decidieron que ese futuro tenía chances de un buen desenlace. O fueron optimistas inteligentes y apostaron por la opción que sabían que iba a fallar, pero sentían que tenían herramientas para mejorar.
¿Y quién tiene razón? Bueno… esa pregunta es esencialmente incorrecta.
Ni optimistas ni pesimistas controlan el futuro y nadie puede saber qué escenario de los proyectados por unos u otros se confirmará finalmente. Los optimistas pueden haber sido demasiado “livianos” a la hora de estimar contratiempos, mientras que los pesimistas pueden haber desconfiado por demás. Pero si la ciencia es un indicador, al menos deberíamos tener un clima “unos puntos más feliz” que si hubiera reinado el pesimismo. ¿Coincidís? ¡Este un salto teórico arriesgado! Me podés dejar tus comentarios al final de este post.
¿Te reconocés como optimista, optimista inteligente o pesimista? Nadie es, ni lo uno ni lo otro, el 100% del tiempo y en forma definitiva: vamos cambiando en función de las experiencias que transitamos. Así que es posible que, frente a una serie continua de reveses, nos pongamos un poco más dark. Pero es posible entrenarnos para ser más optimistas.
¿Herramientas?
Si el contexto te está llevando a tener pensamientos pesimistas, acá tenés algunas ideas para combatir ese “modo mental”:
Armate un diario de agradecimiento para anotar todos los días las cosas buenas que te pasan. Una herramiento que amo es la Bitácora de la Felicidad de Liniers.
Reconocé tu capacidad de lograr cosas: mi hermana empezó a felicitarse en voz alta cada vez que lograba un objetivo, con un sencillo “¡Bien, Feli!”. Es un poco maradoniano hablarse en tercera persona, pero es una fórmula cortita que se te va grabando en la mente.
En vez de pensar que tu acción es definitiva, pensá de todas las maneras en las que podrías hacer las cosas diferentes en una nueva chance. Hacé una lista. Volvé a intentarlo.
Frente a un revés, tomate una pausa para observar y describir el contexto. Los contextos son temporales, con muchas variables incontrolables. Seguro que hay cosas que podrías hacer distinto, pero está bueno entender todo lo que está fuera de tu alcance y poner cada cosa en su lugar, en vez de quedarte con toda la responsabilidad sobre tus hombros.
Notá como las personas que te rodean hablan sobre sí mismas. ¿Son tus amigos, compañeros laborales y familia, pesimistas u optimistas? ¿Se toman todos los errores en forma personal y a pecho, o suman elementos del contexto a la explicación y vuelven a intentar?
Mis recomendados de hoy para seguir pensando:
Esta tira de Xinaocho:
La película NYAD sobre la nadadora de 63 años que se propuso cruzar de Cuba a Key West a nado. Una hermosa lección de optimismo. (En Netflix).
Esta canción optimista.
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Y esta tira de Liniers, que explica el subtítulo de este post:
Nos leemos el próximo jueves. 💛
Si tenés ganas de contarme si esto te sirvió o si tenés algún tema o pregunta que quieras proponerme, podés dejarme un comentario.
Amé todo esto. Fluido e interesante!