Hola happimessy! Hoy tengo que hablarte de esta mujeraza que es sin duda un referente en autenticidad: Beyoncé. La forma en la que ha hecho su camino como artista, es una oda a seguir la intuición. La piba tiene línea directa con su estómago, su tercer ojo y sus ovarios, y los tiene a todos trabajando en forma coordinada. La adoro, incluso cuando cada tanto saca un disco que no entiendo y apenas puedo escuchar. Por eso, la frase del día de hoy, es de ella:
Estoy aprendiendo a ahogar el ruido constante que es una parte tan inseparable de mi vida. No tengo que demostrarle nada a nadie, solo tengo que seguir mi corazón y concentrarme en lo que quiero decirle al mundo. Yo dirijo mi mundo. —Beyoncé
Resulta que Beyoncé, en 2016, se presentó en los Country Music Awards junto a las Dixie Chics —si te gusta la música country, seguramente las conocés, otro trío de diosas— para presentar su canción “Daddy Lessons” que editó en su célebre disco Lemonade. El tema es que el mundo del arte suele ser muy celoso de sus “compartimentos”: si sos esto, no sos lo otro. Por eso se habla de crossover: estás “de paso”, una excursión y volvés a lo tuyo. No me vengas a reclamar que en realidad este es tu territorio.
Pero eso es lo que hizo Beyoncé. Y partió el mundo de la música country por la mitad.
El plato frío
Resulta que Beyoncé en realidad tiene un derecho de cuna, porque la suya estuvo literalmente en una de las sedes mundiales del country: Texas (que junto con Nashville son las usinas generadoras del género). La chica es texana aunque no es común verla con un sombrero de cowboy porque —calculo que estamos todas de acuerdo— a menos que estés en el campo queda medio raro andar por la ciudad vestida como gaucha. Y hay otro dato “de color”: la música country tiene su origen en ritmos afroamericanos. La música country le debe todo al gospel, al bluegrass y principalmente al zydeco, el cajún afroamericano del sur de Louisiana, una mezcla entre el cajún francés y el blues. Aunque haya sido el hombre blanco el que le dió vuelo comercial a la cuestión y que la reina indiscutida sea la muy rubia Dolly Parton.
Esta cuestión de la mezcolanza entre culturas inmigrantes acá la conocemos de sobra (hola milanesa napolitana), sabemos que genera disputas varias sobre “apropiación cultural” y que cada tanto, alguien se encarga de levantar la manito y hacer justicia recordando a los que pusieron los primeros ladrillos. Beyoncé, con su osadía, se propuso agitar las aguas con su “comentario” en forma de canción. Pero no quedó ahí, porque fue tal el revuelo que se armó (tantos “puritanos” del género señalando que una cantante pop no tenía espacio en sus escenarios) que, 7 años después, en un verdadero acto de “la venganza es un plato que se come frío”, Beyoncé edita un single que los deja a todos con la boca abierta, y que se llama, muy apropiadamente “Texas Hold’ Em”. Se estrenó el 11 de febrero de 2024 en el SuperBowl y la convirtió en la primera mujer negra en llegar a la cima de la lista Billboard de canciones country, un género históricamente dominado por hombres blancos.
De nuevo el revuelo: las estaciones de música country del país no quieren pasar la canción porque ella no es una artista country. Otra vez la grieta: gente dice que si, gente dice que no. Músicos y especialistas defienden: aunque ella sea reconocida como cantante pop, el tema es indudable y correctamente una oda al género. Beyoncé avanza impacable y anuncia que su próximo álbum, Act II, es un álbum enteramente country. Esta mujer juntó todos los “no tenés NADA que hacer acá” y se retiró durante años hasta que armó, lo que estoy segura, es un discazo. Act II es el acto dos de Renaissance, su anterior disco donde hace su tan esperado regreso post maternidad.
Tiene fecha de lanzamiento para el 29 de marzo, así que el misterio de cómo sigue este culebrón, está por develarse.
¿Qué tienen en común Dolly Parton, Elvis y Whitney Houston?
Una más sobre intuición y el mundo country: resulta que Elvis quiso cantar “I will always love you”, que es un canción original de Dolly. Ella estaba por las nubes, porque era su fan y moría de ganas de escuchar una de sus canciones interpretadas por él. Se acordó una fecha para la grabación. Pero la noche anterior, Dolly recibió una llamada del “manager” de Elvis, el “Coronel Tom”, pidiéndole ceder, si no la totalidad, al menos el 50% de los derechos de publicación (copyright). Dolly se plantó. Ella sabía que esa canción era la propiedad intelectual más importante de su compañía y que no podía permitirse perder la mitad solo por el “honor” de que Elvis la interprete. El acuerdo se desarmó y Dolly lloró toda la noche.
Fast forward 20 años, Whitney Houston graba una versión de la canción para la película “El Guardaespaldas” que se convierte en un himno para una generación.
Dolly lleva ganados más de 10 millones de dólares en regalías solo por esa canción.
Seguramente para ella no fue nada fácil tomar esa decisión y dudó, a lo largo de 20 años, si estuvo bien en seguir su instinto. El tiempo le dió la razón, aunque siempre le quedó el deseo incumplido de escucharlo a Elvis entonar un tema suyo, lo cual, por supuesto, plasmó en una canción en su álbum “Rockstar” (discazo lleno de colaboraciones).
No siempre los que están afuera la ven mejor que vos
Tanto para Beyoncé como para Dolly, estoy segura que hubo gente alrededor negando su intuición. ¿Quién no tuvo al lado esa voz amorosa que advierte que “no es tan buena idea” eso que estás pensando? Rebelarse a lo que parece justificado por “el sentido común” requiere un amasijo de coraje.
Tengo mi propia anécdota para recordarlo: hace muchos años, cuando lanzamos la segunda colección de “Ver inspirada por Monoblock”, el equipo de Ver me pidió que volviera a ilustrar para la colección. Es que mis prendas habían sido las más vendidas en la primera colección y querían asegurarse de repetir el éxito. Sabiendo que la continuidad de esa colaboración en años venideros dependía de que pudiéramos demostrar el resultado, yo me enfrentaba a una encrucijada: ¿les decía que sí, que lo hacía, y me arriesgaba a la crítica de no haberle dado ese lugar a otra artista? ¿O me arriesgaba a que en Ver vieran mi negativa como una falta de compromiso, en el que por querer “cuidar mi imagen profesional” ponía en riesgo el éxito comercial de esta aventura? Mi decisión tenía un peso relativo importante, representaba un 1/4 de la “apuesta”. Y no había manual de etiqueta para estas situaciones: hoy una colección en colaboración con artistas es habitual, pero hace 15 años, era algo muy muy poco común. No había un ejemplo en el que apoyarse.
Frente a la encrucijada, decidí consultarle a una de las artistas, a quien yo respetaba y respeto mucho, por su profesionalismo y experiencia. Ella me respondió: “Si querés que te tomen en serio como directora de la colección, no podés ser también artista. O sos una o sos la otra. Pero no podés ser ambas porque todos van a desmerecerte como artista si vos controlás la decisión”.
Oooookkkkkkk.
Me llevé ese consejo a la almohada. Y no dormí muy bien. El tiempo apremiaba —como siempre cuando uno desarrolla producto— y yo tenía que decidir si convocaba a alguien más o aceptaba ilustrar las prendas yo, sabiendo ahora cuál era la mirada de mis colegas.
Se me partía el corazón, porque por un lado entendía la importancia de mi rol como editora, y por el otro, sabía que podía aportar perfectamente una voz como artista. No podía elegir un rol sobre el otro. Así que asumí el riesgo de que “los colegas” nunca me consideren como tal y me entregué a llenar un espacio que parecía estar hecho para mí.
La colección ya tiene 15 ediciones (15 años cumple en 2024) y no participé de todas, pero sí en muchas. Me brindó muchísima alegría y fue un ejercicio profesional que me entrenó para generar mi propia colección, bajo el sello Happimess, en 2018.
El renacimiento
Renassaince (Act I) se editó en 2022, es el 7mo álbum de Beyoncé (el siguiente a Lemonade) y desde el comienzo se supo que era la primera parte de una serie de tres. Lo creó durante la pandemia para inspirar alegría y que sea una vía de escape del contexto. Pero también es una celebración de la era de los clubes disco (década de los 70s) y la aparición de los primeros DJs, en los que los negros y latinos marginados, y también las personas queer en NY buscaban la liberación a través de la música disco y house. O sea que es claro que la cosa del “renacimiento” es bien política: Beyoncé continúa usando su arte como un medio de lucha por la igualdad. Y por eso se “demoró” 6 años en lanzar la primera parte de esta trilogía, porque generar arte con profundidad y mensaje, que sea además bailable y comercial para que se abra camino y realmente atraviese el territorio cultural modificando horizontes, es un laburazo. Para esto tiene que ir en contra del criterio comercial imperante de lanzar permanentemente singles, porque la única manera de lograr que el concepto “rompa” es con un cuerpo discursivo con volumen. En esto, ella también escucha a su intuición y no falla.
¿Cuál será la temática de la parte 3? Si te animás a adivinar, dejame tu apuesta en los comentarios.
Que tu intuición tenga un plan
Lo que estas historias que te conté hoy tienen en común, es que hay una intuición que nos lleva a recorrer un camino innovador que implica desconocer las advertencias y las negativas. La razón por la cual se puede sostener ese camino, es porque hay un plan.
No tener un plan es como no tener raíces, el primer murmullo es un huracán que te manda volando lejos de tu visión.
El plan puede no ser perfecto y minucioso, pero es un norte que permite abordar las dudas con perspectiva. Cada sincronía, cada certeza infundada que aparezca revoloteando en tu interior, va a generar un desconcierto, una pregunta: el plan es el frontón contra el que pelotear esa inquietud. ¿Es esto lo que quiero?
Beyoncé quiere ser liberacionista.
Dolly quiere ser la mujer “self-made” más rica del country.
Vik quiere expresar su propia voz y también potenciar las de otros artistas.
La intuición entonces aterriza en certeza. ¿Y los que dudan de ellas? Problema de ellos.
Para seguirla:
El show de Beyoncé y las Dixie Chics en los CMAs 2016:
Cómo fue el genial anuncio de Beyoncé durante el Super Bowl, en YouTube:
Sobre que la discriminan en la música country por ser… Beyoncé.
La historia de Dolly y Elvis, por la mismísima Dolly en un show de Howard Stern:
Una serie (por el genial Baz Luhrmann) que explora los inicios de la música disco y los DJ en Nueva York, que es sobre lo que trata Renaissance Act I: The Get Down (2016, Netflix)
¡Hasta el próximo jueves!
Fascinada e inspirada con estas historias de intuición, coraje y arte. Gracias Vik!!
Sí a una nueva colección de prendas de ropa. Para mí las mejores fueron las primeras con diseños abstractos y bien coloridas. Gracias gracias gracias Vik por volver a escribir los jueves, tu estilo es único y este nuevo formato es genial. Happimess y todo Monoblock es un ejemplo de seguir la intuición de hacer algo propio. Bravo por eso