No me interesan tus fotos
Y otras verdades duras que tu "yo del futuro" quiere compartir con vos. —Por Vik Arrieta
Este post tiene una versión en audio aquí y en Spotify.
Hola happimessy! En estos días estuve recibiendo mucha data sobre un tema que me tiene loca, y que tiene puntos de contacto con el tema de enero, PROTAGONISTA. Todo indica que es momento para esta frase estoica:
El tiempo que tenemos no es corto, es que perdemos mucho. —Séneca
El tema del tiempo da para largo (je, insertar platillos) pero hay una situación en particular, que nos tiene especialmente estresadas: estamos frente a un dilema existencial, las redes sociales. Estos perfiles digitales que con tanto esmero construimos… ¿nos hacen protagonistas de nuestras propias historias, o por el contrario, personajes secundarios de un guión escrito a favor de un puñadito de corporaciones, a fuerza de algoritmos y botoncitos de engagement?
A esta altura, es innegable que las redes nos hicieron, como mínimo, participantes de una dinámica económica en la cual nos deslizamos por un descuido, en el entusiasmo propio de las nuevas tecnologías, sin leer realmente los términos y condiciones. A cambio del regocijo de “conectar” o, mejor dicho, de recibir microdosis de endorfinas como un subproducto de “likes” y otras interacciones, de memes y de la confirmación de nuestro POV (punto de vista), entregamos nuestro tiempo a… baldazos, a mansalva, a borbotones. Lo derramamos sin mensura sobre el teléfono como personas acaudaladas que tienen de sobra, para repartir. En términos netamente económicos, estamos embarcados en el peor negocio colectivo del mundo.
¿Qué tiene que ver la economía? Es una pregunta válida, porque parecería que estamos hablando de tecnología. Y hoy cualquiera se conecta a una red, sin importar cuánto vale su teléfono o si es dueño de una casa, alquila o hace lo que puede. Pero la economía tiene como base, antes que el dinero, el tiempo (por algo la forma más básica de calcular un honorario es “por hora”. ¿Se imaginan si Meta nos pagara a todos por las horas que navegamos por sus productos ayudando a que sus sistemas de inteligencia artificial mejoren, y brindándoles información por la que antes las empresas de investigación de mercado pagaban mucho dinero solo para recolectar? Incluso si tu navegación es errática y busca confundirles adrede (conozco gente que hace esto), les estamos dando data a una escala que no podemos entender. La multiplicación es todo: somos millones, convencidos que ya no podemos dejar de ser parte de esto porque… ¿qué vamos a hacer? Amigos, negocios, tanta información que recibimos a través de ellos… ¿no es una compensación suficiente?
Les dije que venía a plantear un dilema existencial.
Esta foto y video en París (ahora tenemos noticias en todos los formatos en simultáneo) dio la vuelta al mundo:
A punto de comenzar el 2024, una multitud se reúne para recibir el año nuevo en el Arco del Triunfo. ¿Juntos? Bueno, no tanto. Estaban todos pegaditos, pero al parecer nunca se enteraron de quién tenían al lado, porque lo único que miraron fue la pantalla de su celular. Quizás se sentían acompañados por el ojo Gran Hermano style de su red social de preferencia. Quizás sintieron que era más importante lo que iba a sentir “su yo del futuro” en relación a esa experiencia, que su “yo presente”. La verdad es que la imagen es bastante explícita. Te pregunto (y si me respondés en los comentarios, gracias, porque me encanta saber qué piensan las personas que leen esto): ¿Qué hubieses elegido? ¿Recibir el 2024 como sea que lo recibiste o en el Arco del Triunfo? Filmando o no, pero ahí, en el medio de esa marea de celulares.
El finde pasado tocaba Fat Boy Slim en Mardel y estuvimos a punto de ir. Es que hay un show de Fatboy de 2002 que teníamos en DVD y lo escuchamos hasta el cansancio… sí, cuando se usaba mirar recitales en DVD en vez de Boilers en YouTube. Como al final no fuimos, honramos nuestras ganas estar allá reviviendo el famoso show en Brighton Beach (que de lejos es reeeee Marpli, pero lleno de ingleses). ¿Y saben qué? FLASHAMOS. Resulta que en este show no hay manos empuñando celulares en alto porque en 2002 no había Facebook. A nadie le importaba en lo más mínimo dejar un registro para la posteridad, para la familia, los amigos, los “seguidores”. La gente se lo está gozando entero, de punta a punta, con todos los sentidos (y en algunos casos, un par de sentidos más). En nivel de alegría que te transmite la gente es refrescante. Su candidez cuando la cámara de video los enfoca es hermosa: no estábamos acostumbrados a posar todo el día. Menos make up, menos pose, menos ángulo cuidado, menos look. Más aquí y ahora: right here, right now
Se nos caía la baba de ganas de vivir ESO. Porque “eso” es una experiencia al que no se llega por cuenta propia, es una experiencia que se construye como grupo, en sociedad. Una sociedad de gente libre de los celulares y las apps digitales.
Tu “yo del futuro” quizás no quiere tus fotos digitales, perfectas y geolocalizadas. Quizás quiere el registro capturado en memorias sensibles: olores, colores, sensaciones táctiles, sabores… y las imágenes según las memorizó tu cuerpo en tus células, con total subjetividad.
Quizás tu “yo del futuro” hubiese preferido que sepas quién estaba a tu lado en ese show, que te hayas animado a sonreírle a un extraño y ¡quién te dice! que hayas hecho una conexión humana de esas que marcan una época de la vida. Quizás prefiere que le dediques más atención al aquí y ahora.
¿Es esto nostalgia de que todo pasado fue mejor? No creo. Creo que si lo experimentamos no demoramos dos minutos en darnos cuenta qué es lo mejor para nuestro yo de ahora y del futuro.
¿Si es tan evidente por qué seguimos agarrados de las redes?
Muchas razones, queda abierto el debate en comentarios. Personalmente creo que el sistema tiene una perversión de base en esta idea de “concurso de popularidad”: muchas personas se enganchan con la idea de que en el seguidor número 10 mil, 100 mil, 1 millón, se alcanza un status que hará que valga la pena el esfuerzo. Es lo mismo que pensar que una billetera ilimitada produce felicidad: ya se comprobó que no, todo tiene una medida. Una cantidad de contactos digitales es saludable, cuando ya estamos hablando de números que no podrías invitar a tu cumpleaños, ya la cosa se pone abstracta.
También está el temita de que es adictivo, físicamente creamos respuestas automáticas. Somos zombies cuando se trata de estos aparatitos. Y está muy bien diseñado por especialistas para reforzar nuestra adicción. Se necesita mucha voluntad, terapia y estrategias para manejar esto que nos está pasando.
Estrategias detox o ¿Cómo salimos de este mal business?
Hay un par de cámaras digitales, de esas point-and-shoot, que te pueden acompañar en tus aventuras. Le ponen una distancia al “compartir” y le devuelven una idea de edición a la fotografía que es interesante.
Sábados sin tech: esta idea es de Brad Stulberg. Simplemente no tocás el teléfono el sábado. O sea, que no te llamen porque quizás ni atendés. Si comiste el brunch de tu vida queda como una anécdota que tendrás que relatar con copiosos adjetivos. Si te pican las manos de ansiedad, vas a tener que adoptar un gatito.
Desafío de 3 días sin dormir con el teléfono: si te vas a dormir con el teléfono al lado, la idea es que por 3 días te animes a dejarlo lejos. ¿Cuánta gente te llama a las 4 a.m., que estaría en peligro si no le atendés? ¿Qué es lo peor que puede pasar? Si lo usás como despertador, lo metés adentro de una olla en el pasillo, lo más lejos que puedas. Vas a tener que levantarte a apagarlo reduciendo las chances de que te quedes remoloneando en la cama mirando el celular. Ahh si, todos lo hacemos.
Leer o escribir: si es lo primero que agarrás a la mañana porque “te despierta leer algo”, hacé un cambiazo por un libro o un cuaderno de journaling. En vez de consumir lo que venga, dirigí tu consumo a algo que te interese aprender, o escribí lo primero que te venga a la mente. La clave es poner ese libro o cuaderno donde normalmente estaría el celular. Si tenés un libro para recomendar, dejalo en comentarios. (Yo estoy leyendo “Nine Perfect Strangers”, me está gustando).
Esta aplicación que promete que te va a ayudar a hacer ese bendito detox digital. Si, probablemente es otra app más: la decisión de no contribuir con tu tiempo al negocio de Meta es fundamentalmente lo que cambia tu POV. Pero este video que compartieron es MUY MOTIVADOR.
Te dejo el video de Fatboy Slim en Brighton Beach para que disfrutes de esta imagen de gente libre con las manos libres.
Y un artículo que plantea algo muy similar a este y me sirvió para redondear ideas después de lo que me pasó con el show de Fatboy Slim. Vale totalmente la pena leerlo:
Hasta el próximo jueves!
¡Qué buen newsletter Vik!
¿Esto será también parte del impacto Plutón ♒️? Yo empecé terapia hace 2 meses porque estaba full tensión y descubrimos que el consumo de celu era gran parte de la locura. Amo ver la notificación los lunes de que voy bajando el promedio diario a galope. Y con las fotos también me relajé… especialmente cuando me colapsó la nube con cosas que ni sabía por qué almacenaba… más humanidad por favor 💖
Cuando leí el articulo de hoy, me hizo acordar a un momento que viví cuando viaje a Orlando a los parques de Disney. En el show final del Castillo, me llamo la atención la cantidad de gente que filmaba con el celular el momento y recuerdo que mi hermana de 15 no sabia si filmarlo o no y le dijo fílmalo con los ojos y hace fotos pestañando... quizás no lo recordemos con los detalles exactos del momento, pero lo vivimos y fue hermoso. Incluso cuando ves un video, no es lo mismo que la experiencia en sí.
Creo que muchos momentos se pierden o no se si se pierden, por ahí no se disfrutan al 100 como era en otros momentos.
Entiendo que no podemos dejar de lado el mundo de las redes sociales, será un trabajo individual y colectivo para encontrar el punto medio.
Gracias por tus reflexiones. Besos!