Festival de tribus: Club de exploración
Esta semana te acercamos el proyecto de nuestra amiga de la casa May Groppo: un club online, que desencadenó una bonita y sólida tribu de mujeres que trascendieron las fronteras de la digitalidad.
Club de exploración
Biografía no autorizada:
May Groppo es coach ontológico formada junto a Julio Olalla en Chile (Newfield Network), donde también realizó el Programa Avanzado de Cuerpo y Movimiento. También hizo cursos de mindfulness y budismo con Thich Nhat Hanh, Tara Brach, Jack Kornfield, de Acceptance and Commitment Therapy (ACT) con Steven Hayes y B-school con Marie Forleo.
Realizó eventos culturales como PechaKucha Night en CCKonex y 8 Tramas en el Malba, fue columnista de revista Ohlalá, colaboró en la selección de oradores TedxRíodelaPlata y en programas de innovación en multinacionales, mientras mentoreaba startups.
Ha publicado junto a Monoblock “Vuelta al Sol”, "Bitácora de exploración" y "Somos universos".
El “Club de exploración” es el proyecto que nos convoca hoy aquí, una comunidad de buscadores conectados a través de talleres presenciales y virtuales y programas grupales para #HacerComunidad. El resultado: una comunidad real de mujeres que trasciende a la propia May.
May nos cuenta el origen y el estado actual del Club de exploración.
—¿Cuál fue tu idea cuando armaste el club? ¿Pensaste que se podía armar semejante vínculo entre estas mujeres?
May: Fue un acto egoísta, jaja. Quise sumarme a comunidades ya armadas pero la mayoría de las propuestas pre-pandemia tenían detrás el formato de curso donde alguien imparte conocimiento y el resto lo recibe. Me levanta alarmas cómo suele idealizarse al o la gurú y lo que sentía que necesitaba era otra cosa.
"Sin comunidad la vida es muy
difícil y yo necesitaba una."may groppo
Quería círculo, quería variedad. Así como cuando armé PechaKucha (evento cultural de charlas de distintas disciplinas) quise romper con lo lineal monotemático, el Club nace para atender mis exploraciones caprichosas, amplias, abarcativas y por sobre todo integradoras.
Quise testear si los grupos de mujeres podían ser más de lo que veía antes de bajar los brazos. Salí a probar si podíamos nerdear y divagar, ser tiernas sin diluirnos, escuchar y tener voz. Sin comunidad la vida es muy difícil y yo necesitaba una.
—Contanos un poco la dinámica del club, cómo se manejan entre virtualidad y presencialidad.
El Club es 100% virtual desde lo pautado: mujeres de distintas partes del país y del mundo, con distintos estilos y momentos de vida que nos juntamos una vez por semana vía Zoom para ir viendo temáticas que nos atraviesan, comparto herramientas y entre todas sumamos reflexiones muy propias, de la vida. Después, a veces, organizamos entre las que estamos cerca para poder vernos.
—¿Cuándo se dieron cuenta de que eran tribu? ¿Qué hace que lo sean?
Fue muy fuerte cuando empezaba la pandemia, marzo 2020 y armamos un zoom entre algunas de las que habíamos sido parte del Club 2019 y en esa ronda surgió "necesito mi espacio, mi momento de decantar todo esto, volvamos al Club". Ese año fue un grupo que generó fuertísimas amistades entre las mujeres que se sumaron. Acompañamos embarazos, nacimientos, mudanzas, separaciones, duelos, cambios de profesión en todos estos años.
La verdad es que no sé bien qué es tribu en este caso porque de las cosas más ricas del Club es la frase "en mi universo cotidiano nunca me habría cruzado con mujeres tan distintas y sin embargo acá, me doy cuenta que tanto de lo que nos atraviesa es universal". Me gusta creer que bajo ciertas consignas con las que no negocio y dentro de las temáticas que nos convocan, se genera un espacio muy sagrado donde se suelta rápidamente la mirada sesgada por la sociedad.
Defendemos una mirada de amorosidad hacia nosotras mismas, de más escucha que opinión, hacer espacio para aparecer, ante la duda: curiosidad y exploración.
—¿De qué forma se vinculan entre sí? Es decir: ¿Esta tribu se independizó de su creadora o vos formás parte activa en los encuentros?
Cada año se suma un grupo distinto al Club, algunas quedan y otras se van. Muchas de las mujeres que pasaron por el Club hoy no son más parte de los encuentros semanales, pero seguimos con el grupo de whatsapp abierto y entre ellas van organizando juntadas. Algunas son muy amigas, otras hasta han armado alianzas laborales juntas. Yo me sumo como una más a las juntadas. Donde sigo armando el contenido editorial y aportando herramientas es en los encuentros oficiales del Club activo.
—¿Qué crees que hace que el club se haya convertido en tribu por sobre otros tipos de talleres, experiencias, etc?
Este es mi quinto año del Club y siempre pasa lo mismo: nos aprendemos a querer desde un lugar que no tiene ni pasado ni futuro, donde no hay una sola obligación (ni siquiera estar en los encuentros, podés escuchar el audio después), donde siempre sos bienvenida y tu opinión va a ser respetada. No hay postura, no hay objetivos, no hay máscaras. Nos conocemos a veces sin saber dónde trabajás o si siquiera trabajás. Hablamos de otras cosas, de cosas del alma. Y nos reímos y lloramos, nos felicitamos y nos abrazamos. Nos hacemos compañía aún si nunca nos vimos en persona. Fuertísimo.
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