Cómo tener un trabajo mejor
Encontrar el trabajo de los sueños, ¿posible o imposible? —Por Vik Arrieta.
Hola happimessy! En esta edición post descanso XXL, quiero que pensemos juntas sobre como vivimos nuestra vida laboral hoy (mi sensación, es que no la estamos pasando tan bien, pero mi intuición me dice que acá hay mucho más que una situación de contexto país). ¿Me ayudan a desentrañar este problema? No vamos a resolverlo en un email, pero podemos empezar. Como abreboca, esta frase elemental:
La autenticidad es la práctica diaria de librarnos de lo que creemos que deberíamos ser y abrazar en cambio lo que realmente somos. —Brené Brown
Los millennials conocemos esta tarea titulada: “Conócete a tí mismo” y venimos trabajando fuerte en desenmarañar quiénes somos y para qué estamos en el planeta Tierra desde que nos dimos cuenta que no somos taaaaaan especiales como hicieron crecer (como cuando nos repitieron en en los 90s que “íbamos a salvar al mundo” de todas las maneras posibles). Fast forward al momento presente y creo que nunca vimos tantos coachs acompañando procesos personales de transformación: el abordaje terapéutico va para todo. Pero hay un ámbito en el que creo que todavía seguimos entendiendo muy poco lo que nos pasa: el trabajo. Aunque la sensación global es que cada vez nos cuesta más llegar a las 9 a.m. a la oficina a trabajar.
Simon Sinek ya nos habló sobre encontrar nuestro propósito en el laburo, desde una perspectiva más bien “empresarial” (en realidad hablaba del propósito de las empresas, pero lo agarramos para todo). También está el famoso ikigai: un concepto japonés que se refiere a encontrar la razón de ser o el propósito de la vida. Se trata de descubrir aquello que te apasiona para encontrar una ocupación que brinde sentido a tu existencia. Según la versión occidental, tu "ikigai" es ese punto en el que convergen lo que amás hacer, lo que podés hacer bien, lo que el mundo necesita y por lo que te pueden pagar. Hago la salvedad de que es la explicación occidental porque en Japón lo entienden, naturalmente, en japonés. Encontrar tu "ikigai" significa que encontraste un equilibrio perfecto en tu vida profesional y personal, dando lugar a una existencia más plena y satisfactoria. Hasta acá, esta es “una canción que sabemos todos”:
Quién trabaja de lo que ama, es feliz.
Pero… suena como un lujo, ¿no?
Desde que se popularizaron estas dos ideas —que es esencialmente la misma: la realización personal a través del trabajo— creo que somos, por el contrario, más infelices. ¿Por qué? Porque unieron la vida entera al trabajo. Y “el trabajo”, para la mayoría de las personas, nunca va a ser un lugar “feliz”. Desafiante, estresante, tolerable, disfrutable incluso… pero ¿feliz? No siempre.
Definamos qué es trabajar
Uno de los grandes problemas que tenemos es, en mi opinión, lingüistico y discursivo. Cuesta mucho hablar sobre “trabajar” porque es una palabra que condensa muchísimos sentidos, a veces incluso contrapuestos. Por ejemplo: “trabajar en mi desarrollo personal” y “este feriado voy a trabajar” son cosas re distintas. Cuando alguien dice “trabajo” en voz alta casi siempre suena pesado, un incordio… nada glorificante. Los sentidos que se fueron sumando en los últimos tiempos —especialmente pospandemia— complican aún más: hay muchas más formas de trabajar ahora que hace una generación y media atrás, cuando no existía el home office ni el digital nomad y el trabajo era “9 a 5” como cantaba Dolly Parton… pero con domingos que se vivían 100% desconectados del entorno laboral.
Conectividad permanente mediante, trabajar inundó nuestra vida y todo el día estamos conectados, “trabajando” en algo. El problema es que bajo la misma palabra vivimos cosas muy distintas: cosas felices que nos hacen sentir plenas, capaces, empoderadas; y cosas que son un tedio y nos hacen sentir cansadas, aburridas y desconectadas de nuestro propio ser. Esto todo en un mismo sonido puede que genere que tengamos cierto rechazo a decir o escuchar que vamos a “trabajar” en nosotras mismas porque todo se siente “productivizado” o llanamente “capitalista”. El problema es que no tenemos otra buena palabra para referirnos a esto de dedicar nuestra atención, energía, tiempo y esfuerzo para lograr algo… que no sea “trabajar”.
Trabajar es una acción y “el trabajo” es un lugar, pero no podemos escapar de las sensaciones contradictorias cuando intentamos definir qué es trabajar. Trabajar para otros, trabajar para nosotras… ¿da todo igual?
Repensemos trabajar
Lo del propósito o ikigai suena planazo hasta que te das cuenta que no siempre lo que más te gusta es lo que te va a sostener económicamente. Lo dijo la iluminada Liz Gilbert en “Libera tu magia” —libro de cabecera de las happimessys—, cuando contó su propia anécdota sobre “dispensar a su creatividad de pagar las cuentas”. Liz cayó en cuenta que nunca iba a ser una buena escritora si a su pluma le ponía el peso de tener que pagar el alquiler, la luz, el agua, el gas y su comida. Suena inteligente, ¿no?
En el caso de Liz, esto funcionó de una manera impensada porque finalmente escribió un hitazo y eso le pagó las cuentas de por vida. Pero quiero quedarme en la idea de que tu propósito quizás no tu medio de vida o por lo menos no es la manera más inteligente o directamente posible de ganarte tu riqueza o los recursos para que puedas vivir una vida plena y satisfactoria, como dice el ikigai.
Si nos liberamos de la presión de unir nuestros sueños con la actividad diaria que nos asegura obtener dinero, como hizo Liz… ¿qué podría pasar?
Por un lado, no tendrías que estar trabajando tan profundamente en tu propósito para poder elegir un lugar donde canjear tus habilidades por dinero. Podrías liberar esta búsqueda para que suceda en otros ámbitos, en los que no se recompensan las horas invertidas en un sueldo, sino en otro tipo de recursos o “bienes” (quizás en “bienes-tar”).
Por el otro, podrías elegir dónde y cómo trabajar en función de lo que te resulta más eficiente para asegurarte el mejor acuerdo de intercambio “trabajo por dinero” e ir mejorando esa situación de acuerdo a lo que vayas necesitando para lograr esa vida plena y satisfactoria.
Si damos vuelta la cosa, el trabajo es simplemente una forma o un medio para poder encarar esa “búsqueda de sentido para el alma” con disfrute (una aventura para toda la vida). No arrancamos por setear como objetivo máximo el matchear perfectamente vida y trabajo, sino que la idea es más bien separarlos con límites claros para que el trabajo no se vuelva toda tu vida.
Para que se entienda mejor, te comparto este video (en inglés, te lo cuento debajo):
Cuando vi a Michelle Alloca —esta ex corpo devenida en consultora financiera, mentora y autora de “Own Your Money” (Aduéñate de tu dinero)— declarar que “tu trabajo soñado NO EXISTE” sentí una vocecita dentro mío que decía “SIIIII, POR FIN”. Estoy hashstag-harta Marta de ver gente vendiendo en redes que existe algo así como un trabajo soñado.
Existen sueños, pero son otra cosa.
Michelle dice: “…dejá de buscar el trabajo de tus sueños y empezá a buscar un trabajo que cumpla su función en tu vida para que puedas CONSTRUIR TU VIDA fuera del trabajo. Realmente lo tenemos todo al revés cuando desarraigamos nuestras vidas por el trabajo en lugar de usar el trabajo para construir nuestras vidas.
El trabajo es un medio para un fin, realmente, y aunque el objetivo es no odiarlo, está totalmente bien si tampoco lo amás. Al final del día, buscá un trabajo que:
No ODIÉS y no te cause temor
Te guste la gente (o al menos lo suficiente)
Te paguen lo suficiente para vivir + ahorrar (soy consciente de que esto es difícil en el momento)
Tengás tiempo para la vida fuera del trabajo
ESO ^^^ es el sueño. No algún rol arbitrario en alguna empresa sobrevalorada que se verá o se escuchará genial mientras te explotan.”
¿Suena lógico?
Una relación más auténtica con el trabajo
¿Cómo podríamos repensar el trabajo desde un lugar más auténtico y que se sienta más real? ¿Pasa por alinear absolutamente todo lo que hacemos con un fin puro (el famoso propósito) o pasa por un enfoque más práctico y aprender a poner sanos límites entre las distintas áreas de la vida?
¿Vos podés definir cuándo y dónde sentís que “trabajás”? ¿Tiene el mismo valor emocional esta palabra para vos, en los diferentes contextos que la usás? ¿Te planteaste alguna vez que tenías que trabajar con propósito o siempre pensaste al trabajo como un medio para conseguir dinero y nada más?
Esperen, tengo más preguntas. Creo que lo mejor que podemos hacer en este punto, es un poco de escritura meditativa. La manera de entender cómo alinear nuestro trabajo a quienes somos quizás no pasa únicamente por ordenar perfectamente nuestras habilidades, lo que el mundo necesita, las oportunidades laborales actuales en el mercado y nuestra necesidad de trascender.
Quizás no hay un único trabajo soñado sino un montón de oportunidades que podemos ir tomando a medida que se presentan si desarmamos la idea de que todo tiene que suceder de una única manera y en un único camino.
¿Qué pasa si pensamos que podemos tener varios “trabajos” que nos provean de diferentes recursos y recompensas? Quizás tu necesidad económica no encuentre la solución más eficiente haciendo solo “lo que te gusta” porque las mejores recompensas están en los lugares que proveen mayor valor para los demás… (o sea, el foco en los otros o “lo que el mundo necesita”, y no en “lo que vos necesitás”).
Quizás lo que te gusta hacer no lo puedas hacer con la libertad que te da no tener que pedirle al resultado que te pague las cuentas, y tampoco sea una condición necesaria para que puedas tener tiempo para hacer lo que te gusta hacer.
Quizás tu necesidad de trascender no encuentre resolución satisfactoria en tus ganas de expresarte artísticamente o en tu capacidad de dirigir o de negociar: las ganas y las capacidades que tenemos quizás no están a la altura de lo que significa trascender hoy en un mundo hipercompetitivo y saturado de gente empeñada en ser “la más reconocida en”. Quizás en vez de pensar en ser influencer mundial, te das cuenta que es más lindo para vos trascender de otra forma no tan instagram-friendly, pero que igual te llena un montón. Como ser madre (que es un flor de laburo, tema para profundizar).
Quizás, si sentís que no podés encontrar satisfacción en tu día a día hoy, tengas que replantearte algunas cosas. Como hizo esta pareja, que cambió su vida de ciudad por una vida de granja, bajaron su nivel de gasto, buscaron trabajos que pueden hacer bien y que les dejan tiempo para ocuparse de sus gallinas y ahora se sienten mejor:
La posible conclusión de esta nota es que no te dejes arrastrar por una tendencia y una frase bonita para diseñar lo que es más auténtico para vos. Tu trabajo es mucho más que “el lugar donde sucede” y que el “acuerdo de intercambio de labor por dinero” que tengas con una empresa, cliente o empleador hoy. Pero también, el trabajo es mucho menos que “tu vida”: tu vida se merece una mirada más completa e inteligente. Está en vos definir con qué estrategia vas a abordar los cambios necesarios para que “trabajar” deje de sonar como un yunque y empiece a ser un plan con sentido.
De lo que estoy segura, es que si vos no tenés un plan, alguien más va a tener un plan para vos… y las chances más altas dicen que no te va a gustar.
Para seguirla:
La tendencia “office siren” o “corporate core” en la moda pone el acento aesthetic en recuperar el “power dressing” de los 90s en el lugar de trabajo.
El ikigai y el coaching, la historia de este maridaje.
El secreto de la felicidad en el trabajo, por Arthur C. Brooks, profesor de Harvard.
Para reírnos un poco, “si los trabajos fueran como la mapaternidad”: pues maternar y paternar es un laburazo.
Más preguntas para journaling:
¿Es para mí trabajar 8 horas en un entorno altamente competitivo? Si lo hago, ¿sé por qué lo hago? ¿Es para mí trabajar desde mi casa? Si lo hago, ¿sé por qué lo hago? ¿Es para mí tener un rol con autonomía o me estresa tener que definir qué es lo que tengo que hacer? ¿Es para mí un rol ejecutivo donde me tocar decidir o me siento feliz en un rol operativo donde la labor es más física y cuando se termina el turno “me desenchufo” al 100%?
Animate a compartir alguna idea en los comentarios.
¡Hasta el próximo jueves!
Me recuerda al slogan punk "No odias los lunes, odias el capitalismo". Pues sí, tener un trabajo mejor implica reconsiderar muchas cosas sobre el trabajo, el dinero y nuestra vida. Empezar a vivir la vida que queremos puede ser toda una revolución. No basta con cambiar de curro, a veces nos pide cambiarlo todo.
Si no estamos a gusto con lo que hacemos, podemos reducir las horas u optar por trabajos peor remunerados pero más alineados con nuestras capacidades y deseos. También ayuda reducir nuestras necesidades a lo verdaderamente esencial. Hay tanto que consumimos por rebote, porque las necesidades profundas (conexión, intimidad, juego, sentido de pertenencia, creatividad, significado...) no están siendo satisfechas y necesitamos sucedáneos (comer en restaurantes caros, ver series, hacer turismo...).
Cuando alineamos nuestra vida más en función de lo que realmente necesitamos, se reducen los gastos básicos y los caprichos y podemos permitirnos trabajar de algo que también esté más en consonancia con nuestros dones y talentos y el servicio que queremos realizar en el mundo.
Puede que suene a utopía, pero ya está sucediendo para más y más personas. Lo raro y difícil es que esta alineación propósito-trabajo dé mucho dinero, aunque puede pasar. Pero si lo que haces lo disfrutas, sientes que estás poniendo lo mejor de ti ahí, no importará tanto ganar menos. Y con el tiempo, cuantos más vivamos en coherencia, menos riqueza irá a parar al aparato consumista y más a las personas que se atreven a hacer algo diferente y que es valioso, a su manera.
Que hoy en día haya tanta precariedad para los artistas (excepto para las celebrities), por ejemplo, pero no nos sepa mal gastarnos cientos de euros en ropa es un reflejo de que hay una crisis profunda de significado. ¿No deberíamos valorar más la belleza de la música y la maestría de los músicos que una prenda de ropa barata? Sí, pero esa prenda de ropa apuntala una autoestima débil, una necesidad de aprobación eternamente insatisfecha. Resuelve el trauma y el dolor de las personas y naturalmente gravitarán hacia un trabajo más satisfactorio y un consumo coherente con sus valores.
Un abrazo y gracias por el artículo!
La perfección no existe pero mis impulsa a buscar algo mejor que la que tenemos, a lo largo de décadas esta búsqueda de vivir de la escritura me ha llevado por infinidad de carreras y en todas ellas he ganado y aprendido.
A la fecha sigo buscando maridar mi trascendental pasión por los viajes, el emprendimiento y la literatura que he roto mi nombre en dos: Edgardo Méndez es el que se dedica a ayudar a las personas a crear y crecer laboral y financieramente, en este momento mi foco son los emprendedores del turismo de actividades y Edgardo Montero un viajero escritor aventurero que cuenta en memorias, fotos y poesías sus descubrimientos.
Gracias a leerte me sentí acompañado y en el camino correcto.
La vida no es una ecuación sino un viaje y la fórmula es individual y secreta.
A tu lista agregaría el curso libro de life design de Harvard.
Gracias gracias gracias